Una historia fascinante

Había una vez un extranjero que no sentía amor por ninguna persona de las que vivía en la ciudad. Cuando alguien le saludaba, éste miraba al suelo o hacia otro lado. Quizás tuviera en su mente que la culpa de que viviera en Sevilla fuera de los ciudadanos sevillanos. Lo que no sabía la gente es que ese hombre era así porque no hallaba a la chica de sus sueños. Su carácter era algo excéntrico y por eso ninguna chica se fijaba en él. Un sábado por la noche decició salir a buscarla pero se prometió que sería simpático con cualquier persona. Su anhelo era cada vez mayor pero le daba un poco de vergüenza ir a alguna chica y decirla algo. Se pidió el segundo rón con cocacola y se sacó el paquete de cigarrillos del bolsillo del vaquero. De pronto una chica alta, morena cuyo esplendor saltaba a la vista le pidió un cigarrillo y fuego. El chico se los dio encantado y la propuso que tomara una copa. La chica aceptó. Estuvieron un rato hablando de trabajo, aficiones y gustos hasta que la chica le dijo que si estaba soltero. Ella le contó que la costaba ligar y él le contestó lo mismo. Ella le preguntó si él quería ser algo más que un amigo en su vida y éste aceptó y la dio un beso de película.