Los pies de la memoria (real o inventada)

A, 17 de abril: La Tierra antes de la existencia del ser humano.
B, 24 de abril: La Tierra después del ser humano.
A, 1 de mayo: Rosas de piedra.
B, 8 de mayo: El don de la ignorancia.
A, 15 de mayo: Perdidos en un cuento.
B, 22 de mayo: Los lunes.
A, 29 de mayo: Llegas tarde a tu tiempo.
B, 5 de junio: Nunca estuve aquí.

martes, 17 de febrero de 2009

Fuera, un clamor se empieza a oír desde lejos, muy tenue, y se va acercando. Aumenta como un tañido metálico, permanecemos inmóviles, casi ni respiramos. Así durante unos cinco minutos. El sonido se desvanece. Pero nosotros seguimos sin movernos, casi sin pensar. Se me duerme la pierna izquierda y noto que no podré seguir así durante mucho tiempo más. Estoy muy nerviosa. No puedo parar de mirar el reloj solo moviendo la mirada, los segundos pasan muy lentos, el ambiente es muy tenso. Muevo un poco la cabeza para poder mirar a mis compañeros, ahora los veo a todos y me fijo en Dorothy, la hermana pequeña de Peter. Mi mirada se queda clavada en sus mejillas blancas cuando de repente cae una lágrima, a parte de mi cabeza y las miradas de algunos, esa lágrima es lo único que se mueve en esa habitación en, miro mi reloj, los veinte eternos minutos de la espera de algo que nadie sabe exactamente lo que es. Peter mueve la cabeza hacia los lados, la balancea estirando el cuello, parece que ya no hay peligro, estiro la pierna por fin. Peter se pone de rodillas y emprende un viaje a gatas hacia su hermana, que aún sigue debajo de la mesa con las rodillas dobladas y la cabeza entre ellas. Desde donde estoy yo se puede ver la sonrisa de la pequeña Dorothy cuando ve que su hermano va con ella. Yo me limito a contemplar la escena. El Señor Hoocker también se ha movido y también la mira. Me sonríe. Le sonrío. Tras esa sonrisa de complicidad tengo la sensación de que nada malo me puede pasar, de que ahora saldremos todos de allí sanos y salvos. Esa sonrisa me ha hecho sentir totalmente segura. Le miro, me hace un gesto con la cabeza y se levanta, me sigue mirando y yo le sigo. Una vez arriba me siento más vulnerable. Peter y Dorothy siguen sentados, abrazados bajo la vieja mesa de madera. ¿Y ahora qué hacemos? El Señor Hoocker se mueve de manera muy lenta hacia la puerta de atrás, llega a ella y se agacha para mirar por una rendija por la que entra el sol. Parece que no hay nada que pueda dificultar nuestra salida. El Señor se da la vuelta y nos mira, nos hace un gesto con la mano y nos indica que le sigamos. Peter me mira y yo le hago un gesto de afirmación con la cabeza. Él le dice algo a su hermana y salen de debajo de la mesa. La coge de la mano y se van sigilosamente hacia la puerta. Yo les sigo. El Señor Hoocker nos mira a los tres y abre la puerta muy lentamente. Saca la cabeza y mira hacia los lados. Parece que no hay nadie. El pulso se me acelera al ver la luz del sol. Realmente tengo miedo. No sé si el Señor Hoocker está totalmente seguro de lo que quiere hacer, quizá sea demasiado pronto, yo estoy dispuesta a esperar. Aunque sé que lo que quiere hacer es lo mejor para los cuatro, puede que tenga demasiada prisa. También reconozco que mi opinión está bastante influída por mi miedo. Dorothy aguanta agarrada de la mano de su hermano, mirando hacia el suelo parece que está preparada para cualquier cosa. El Señor Hoocker abre más la puerta dispuesto a salir. Mi pánico aumenta cada segundo y suspiro. Los tres me miran durante un segundo. No sé qué nos podremos encontrar al salir. El Señor Hoocker sale el primero y se dirige lentamente hacia las escaleras metálicas. Peter y Dorothy le siguen despacio, yo voy la última. Puede que alguien nos esté viendo bajar por debajo, pero parece que nadie lo piensa. Yo me limito a seguirlos. Bajamos poco a poco cuando oímos un ruido que nos pone a los cuatro el corazón en un puño. Se me había olvidado juntar un poco la puerta y el viento la había cerrado de un golpe. Quizá por esto nos hayan oído. No lo quiero pensar, pero eso hace que aceleremos el ritmo. Nadie dice una palabra. Seguimos nuestro camino intentado salir de este infierno. Llegamos a un descansillo de la escalera donde hay una caseta. Supongo que lo que hay dentro es una caldera. Por fin alguien dice algo, y es el Señor Hoocker que nos pregunta que si estamos bien. Los tres asentimos con la cabeza. Y él baja. Peter y Dorothy van detrás sin soltarse de la mano ni un segundo. Yo me quedo quieta. Ellos siguen bajando mientras que yo miro hacia atrás. Veo una sombra cerca de lo que fue nuestro escondite hace tan solo unos pocos minutos. Intento abrir la puerta de la caseta de la caldera. Lo consigo y me meto dentro. La cierro lenta y silenciosamente y me siento en el suelo detrás de la puerta. No veo nada, todo está oscuro y no sé si he hecho bien separándome del grupo. Ahora me gustaría estar con ellos, pero no me atrevo a salir. De repente oigo unos ruidos y un grito, ¡es Dorothy! Ahora me alegro tanto de estar aquí... Durante unos minutos no se oye absolutamente nada. Sólo el latir de mi corazón. Me siento muy impotente. No sé que les puede haber pasado y en parte no lo quiero saber. Eso aumentaría aún más mi miedos si es posible. Algún día tendré que salir de aquí.

1 comentario:

José A. Sáinz dijo...

Uf, este sí que es un textazo. Maduro, intrigante, con un pulso más que notable y sostenido. Me recuerda en esa mezcla de acciones y tensión a "La carretera" de Cormac McCarthy. Enhorabuena.