El cambio total

Era una bonita tarde de primavera en la que salí a dar un paseo por el parque con mi hermano. Él estaba a punto de dormirse cuando mi móvil empezó a sonar y ese deseo se esfumó por el momento. Me estaba llamando un amigo que viene solo en verano porque es de otro país. Lo cogí y era él de verdad. Me dijo que este año venía para Semana Santa y que sus padres como también les apetecía no pudieron ponerle ninguna excusa. Por fin llegó el día en que Thomas regresaba al que era su pueblo por parte de padre. Cuando le fuimos a buscar, vimos que había cambiado. Se había vuelto algo pijo. Llevaba hasta zapatos, que yo no me los pongo ni para las bodas. A las chicas les gustaba ese estilo pero a mí me parecía de lo más absurdo. A nosotros nos gustaba su ropa de antigualla sacada de una película en la que los protagonistas eran rastafaris con las rastas hasta la cintura y sus zapatillas verdes y rojas de "ecko". Pero claro es nuestro amigo y hay que respetarle tal y como el quiera vestir. Pero lo que nunca cambiará Thomas es sus chistes y la forma de contarlos.