Lo que hacen los juegos

Debía de ser un juego bastante divertido. Antes de cada soplido se podían hacer apuestas y después alguien pedía un momento de silencio. La gente se callaba y a continuación, casi enseguida, estalaban las risas, los aplausos o los abucheos. El juego era algo estúpido porque consistía en tirarse el pedo más largo. Entonces volvía a ser el turno de Anto que sus amigos le habían puesto de mote "el pompita" porque cuando se tiraba un pedo parecía que se explotaba una burbuja. Esto a él no le hacía ninguna gracia pero no podía hacer nada para que le dejasen de llamar de dicha forma. Anto cogió fuerzas, se movió la tripa y cuando apretó, sonó una ráfaga de aire de unos tres segundos que les dejó atónitos a todos los allí presentes. Cuando psaron dos minutos, los participantes se quitaron las mascarillas pero tardaron poco en colocárselas de nuevo porque el mal olor que había dejado "el pompita" era insoportable y se salieron de la peña porque era casi imposible respirar. Anto estaba muy rojo, guardando su vergüenza pero en realidad estaba muy feliz por haberse vengado de los graciosos que le pusieron el mote. Lo peor fue cuando uno de ellos dijo: En vez de llamarle "el pompita" vamos a llamrle "el soplidos" por su gran hazaña. Todos se empezaron a reir menos Anto que no tuvo más remedio que aguantarse y esperar a que le volvieran a cambiar el mote.