En que mal momento aparecieron

Había una fogata en la playa, no muy lejos, poco después de los barcos, y a su alrededor, en el resplandor rojizo, podía verse un pequeño grupo de personas que miraban hacia el fuego, de espaldas a la oscuridad. Mis amigos y yo nos acercamos para ver a aquel grupo de personas. Cuando estábamos a unos cuatro metros, nos dimos cuenta que eran unos amigos nuestros de San Esteban, el pueblo de al lado. Les saludamos y se alegraron mucho de vernos. Estaban sentados alrededor de una hoguera en la que calentaban chorizos, morcillas y muchas piezas más de carne que tenían una pinta deliciosa. Nos hicieron sitio en el corro y nos ofrecieron una bandeja con carne. Cogimos chuletas con pan. Cuando todos estábamos cansados de comer uno de ellos se levantó y fue a por su mochila. Nos dijeron que en ella estaban los postres. Algunos se imaginaban pasteles, o algún tipo de bollos pero como al chaval le conocemos desde hace muchos años, cuando sacó una bolsita llena de marihuana de su mochila no nos sorprendimos ni lo más mínimo. Se hizo un porro pero del tamaño de dos puros juntos. Al momento de encenderlo se escucharon unas sirenas, la policía. Todos salimos corriendo hacia nuestros apartamentos donde estuvimos de vacaciones esa semana y no nos volvimos a encontrar hasta pasados dos días.