Los pies de la memoria (real o inventada)

A, 17 de abril: La Tierra antes de la existencia del ser humano.
B, 24 de abril: La Tierra después del ser humano.
A, 1 de mayo: Rosas de piedra.
B, 8 de mayo: El don de la ignorancia.
A, 15 de mayo: Perdidos en un cuento.
B, 22 de mayo: Los lunes.
A, 29 de mayo: Llegas tarde a tu tiempo.
B, 5 de junio: Nunca estuve aquí.

martes, 21 de octubre de 2008

-¿Y por qué no lees novelas modernas?

-Tal vez porque no me gusta que me defrauden.

-¿Y qué pierdes por probarlo? Lee alguna como Niebla de Miguel de Unamuno. Seguro que te gustaría.

-¿Tú crees?

-Dicen que hay que probar de todo.

-Ya, pero prefiero otro tipo de libros, aunque no me guste demasiado leer, mi madre me obliga. Tampoco creo que me pierda demasiado por no leer. Me parece más aburrido que ir al cine, salir con los amigos o escuchar música.

-Eso es porque no sabes lo que lees. Si empiezas con algo fácil de leer, divertido y que te enganche, puedes aficionarte a la lectura.

-Eso es para empollones.

-¿Eso piensas? A mi me encanta leer, me lo paso genial y se aprende mucho, sobre todo vocabulario. Y yo de empollona tengo poco.

-¿Y de qué me sirve leer?

-Pues para lo que ya te he dicho. Mira, te recomiendo algo sencillo como El guardián entre el centeno. Es uno de mis libros favoritos y se lee de un tirón.

-Ya, pero es que no tengo tiempo, entre los deberes, la tele, salir de fiesta y los videojuegos... Si ya tengo poco tiempo para repartir todo eso, menos me queda para leer.

-¿Y un día como hoy? Llueve, por lo que no creo que salgas, los deberes ya los hemos hecho y por un día que te quedes sin jugar a la consola, no creo que te pase nada.

-Si, en eso tienes razón. 

-Pues claro, te podrías pasar por mi casa en diez minutos, te dejo el libro y lo pruebas. Verás como dejas de tener una mente tan cerrada para este tipo de cosas.

-No es que tenga la mente cerrada, sino que simplemente no me llama la atención.

-Por intentarlo no pierdes nada, ya te lo dije.

-Ninguno de mis amigos lee, solo tú.

-¿Y qué? No te creas que me avergüenzo de mi afición a la lectura, al contrario, estoy muy orgullosa.

-Vale, me has convencido. En diez minutos me paso por tu casa.

-Me alegra que asientes un poco la cabecita.

-Muy graciosa.

-Venga, te espero.

1 comentario:

José A. Sáinz dijo...

Estupendo. Recreas el género renacentista del diálogo, con un fuerte carácter argumentativo. Hasta me has convencido a mí.